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Śrīmad-bhāgavatam 4.25.28

Texto

tvaṁ hrīr bhavāny asy atha vāg ramā patiṁ
vicinvatī kiṁ munivad raho vane
tvad-aṅghri-kāmāpta-samasta-kāmaṁ
kva padma-kośaḥ patitaḥ karāgrāt

Palabra por palabra

tvam — tú; hrīḥ — timidez; bhavānī — la esposa del Señor Śiva; asi — eres; atha — más bien; vāk — Sarasvatī, la diosa de la erudición; ramā — la diosa de la fortuna; patim — esposo; vicinvatī — en busca de, pensando en; kim — ¿eres tú?; muni-vat — como un sabio; rahaḥ — en este lugar solitario; vane — en el bosque; tvat-aṅghri — tus pies; kāma — desear; āpta — obtenidas; samasta — todas; kāmam — cosas deseables; kva — dónde está; padma-kośaḥ — la flor de loto; patitaḥ — caída; kara — de la mano; agrāt — de la porción frontal, la palma.

Traducción

Mi querida y hermosa muchacha, eres exactamente como la diosa de la fortuna, la esposa del Señor Śiva o la diosa de la erudición, la esposa del Señor Brahmā. Debes de ser una de ellas, pero te veo paseando por el bosque. En verdad, eres tan silenciosa como los grandes sabios. ¿Estás buscando a tu esposo? Sea quien sea él, con solo entender lo fiel que le eres, llegará a poseer toda clase de opulencias. Supongo que eres la diosa de la fortuna, pero no veo la flor de loto en tu mano. Por eso te pregunto, ¿dónde la has tirado?

Significado

Todo el mundo piensa que su inteligencia es perfecta. Hay quien emplea la inteligencia en la adoración de Umā, la esposa del Señor Śiva, para obtener una esposa hermosa. Hay quien desea ser tan erudito como el Señor Brahmā, y emplea la inteligencia en la adoración de Sarasvatī, la diosa de la erudición. También hay quien desea ser tan opulento como el Señor Viṣṇu, y adora a la diosa de la fortuna, Lakṣmī. En este verso, el rey Purañjana, la entidad viviente, desconcertado y sin saber cómo emplear la inteligencia, hace todas esas preguntas. La inteligencia debe emplearse en el servicio de la Suprema Personalidad de Dios. Tan pronto como alguien emplea la inteligencia de esa forma, de un modo natural obtiene el favor de la diosa de la fortuna. La diosa de la fortuna, Lakṣmī, nunca está sin su esposo, el Señor Viṣṇu. Por esa razón, el adorador de Viṣṇu obtiene, de modo natural, el favor de la diosa de la fortuna. No hay que ser como Rāvaṇa, que adoraba a la diosa de la fortuna sola, pues ella no puede estar mucho tiempo sin su esposo. Por eso recibe el nombre de Cañcalā, «inquieta». En este verso está claro que Purañjana, en su conversación con la muchacha, representa a nuestra inteligencia. Él no solo apreció su timidez, sino que se sentía cada vez más atraído por esa timidez. En realidad estaba pensando en ser su esposo; por eso le preguntó si estaba pensando en un futuro esposo o si ya estaba casada. Este es un ejemplo de bhoga-icchā, del deseo de disfrute. El que se deja atraer por esos deseos queda condicionado en el mundo material, y el que no cede a esa atracción, alcanza la liberación. El rey Purañjana apreciaba la belleza de la muchacha; no sabía si era la diosa de la fortuna. Al mismo tiempo, era prudente y tenía en cuenta que, excepto el Señor Viṣṇu, nadie puede disfrutar de la diosa de la fortuna. Como dudaba de si la muchacha era la diosa de la fortuna o no, le preguntó por la flor de loto que, de serlo, habría llevado en la mano. También el mundo material es la diosa de la fortuna, pues, como se indica en el Bhagavad-gītā (mayādhyakṣeṇa prakṛtiḥ sūyate sa-carācaram), es el Señor Viṣṇu quien dirige la acción de la energía material.

No hay ninguna entidad viviente que pueda disfrutar del mundo material. Cuando alguien desea disfrutar de él, inmediatamente se vuelve un demonio como Rāvaṇa, Hiraṇyakaśipu o Kaṁsa. Rāvaṇa deseó disfrutar de Sītādevī, la diosa de la fortuna; debido a ello, fue destruido con toda su familia, sus riquezas y su opulencia. Sin embargo, sí se puede disfrutar de la māyā que el Señor Viṣṇu concede a la entidad viviente. La satisfacción de los sentidos y de los deseos significa disfrutar de māyā, y no de la diosa de la fortuna.