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Śrīmad-bhāgavatam 3.29.13

Texto

sālokya-sārṣṭi-sāmīpya-
sārūpyaikatvam apy uta
dīyamānaṁ na gṛhṇanti
vinā mat-sevanaṁ janāḥ

Palabra por palabra

sālokya — vivir en el mismo planeta; sārṣṭi — tener la misma opulencia; sāmīpya — ser un compañero personal; sārūpya — tener los mismos rasgos físicos; ekatvam — unidad; api — también; uta — incluso; dīyamānam — ofrecidas; na — no; gṛhṇanti — acepta; vinā — sin; mat — Mi; sevanam — servicio devocional; janāḥ — devotos puros.

Traducción

El devoto puro no acepta ninguna clase de liberación, —sālokya, sārṣṭi, sāmīpya, sārūpya o ekatva—, ni siquiera si se la ofrece la Suprema Personalidad de Dios.

Significado

El Señor Caitanya nos enseña cómo ejecutar servicio devocional puro por amor espontáneo a la Suprema Personalidad de Dios. En el Śikṣāṣṭaka, ora al Señor: «¡Oh, Señor!, no deseo de Ti riqueza alguna, ni deseo una hermosa esposa, ni tener muchos seguidores. Todo lo que quiero de Ti es ser un devoto puro situado a Tus pies de loto, vida tras vida». Las oraciones del Señor Caitanya y las afirmaciones del Śrīmad-Bhāgavatam son similares. La oración del Señor Caitanya dice «vida tras vida», indicando que el devoto no desea siquiera la interrupción del ciclo de nacimientos y muertes. Los yogīs y filósofos empíricos desean el final del ciclo de nacimientos y muertes, pero el devoto está satisfecho incluso permaneciendo en el mundo material si ejecuta servicio devocional.

Aquí se afirma claramente que el devoto puro no desea ekatva, la unidad con el Señor Supremo deseada por los impersonalistas, los especuladores mentales y los meditadores. Volverse uno con el Señor Supremo no entra dentro de los sueños del devoto puro. Puede que a veces acepte la elevación a los planetas Vaikuṇṭhas para servir al Señor allí, pero nunca aceptará fundirse en la refulgencia del Brahman. Para él, eso es peor que el infierno. Ekatva, esa fusión en la refulgencia del Señor Supremo, se denomina kaivalya, pero el devoto puro considera infernal la felicidad que se deriva de kaivalya. Al devoto le gusta tanto ofrecer servicio al Señor Supremo que no da importancia a las cinco clases de liberación. Debe entenderse que la persona ocupada en servicio amoroso trascendental y puro al Señor ha obtenido ya las cinco clases de liberación.

El devoto que se eleva a Vaikuṇṭha, el mundo espiritual, recibe cuatro tipos de ventajas, una de las cuales es sālokya, vivir en el mismo planeta que la Personalidad Suprema. Esa Persona Suprema, en Sus diversas expansiones plenarias, vive en infinidad de planetas Vaikuṇṭhas, el principal de los cuales es Kṛṣṇaloka. Tal como el Sol es el planeta principal del universo material, en el mundo espiritual el principal planeta es Kṛṣṇaloka. Desde Kṛṣṇaloka se difunde la refulgencia corporal del Señor Kṛṣṇa, no solo por el mundo espiritual, sino también en el mundo material; sin embargo, en el mundo material está cubierta por la materia. En el mundo espiritual hay infinidad de planetas Vaikuṇṭhas, y el Señor es la Deidad regente de cada uno de ellos. El devoto puede elevarse hasta uno de esos planetas Vaikuṇṭhas para vivir con la Suprema Personalidad de Dios.

Con la liberación sārṣṭi, el devoto goza de la misma opulencia que el Señor Supremo. Sāmīpya significa tener la compañía personal del Señor Supremo. Con la liberación sārūpya, el cuerpo del devoto presenta exactamente los mismos rasgos que el de la Persona Suprema, con excepción de dos o tres señales que solo se encuentran en el cuerpo trascendental del Señor. Śrīvatsa, por ejemplo, el mechón de pelo que adorna el pecho del Señor, es una de las señales que Le distinguen de Sus devotos.

El devoto puro no acepta esas cinco clases de existencia espiritual, incluso si se le ofrecen, y ciertamente no anhela beneficios materiales, que comparados con los espirituales, son insignificantes. Al ofrecérsele beneficios materiales, Prahlāda Mahārāja dijo: «Mi Señor, he visto a mi padre conseguir toda clase de beneficios materiales; incluso los semidioses sentían temor de su opulencia, pero aun así, en un segundo, Tú acabaste con su vida y con toda su prosperidad material». En el devoto no existe ni el más mínimo deseo de prosperidad material o espiritual. Su única aspiración es servir al Señor. Esa es su felicidad suprema.