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Śrīmad-bhāgavatam 1.19.4

Texto

sa cintayann ittham athāśṛṇod yathā
muneḥ sutokto nirṛtis takṣakākhyaḥ
sa sādhu mene na cireṇa takṣakā-
nalaṁ prasaktasya virakti-kāraṇam

Palabra por palabra

saḥ — él, el rey; cintayan — pensando; ittham — de este modo; atha — ahora; aśṛṇot — oyó; yathā — como; muneḥ — del sabio; suta-uktaḥ — proferido por el hijo; nirṛtiḥ — muerte; takṣaka-ākhyaḥ — en relación con la serpiente alada; saḥ — él (el rey); sādhu — bien y bueno; mene — aceptó; na — no; cireṇa — tiempo muy largo; takṣaka — serpiente alada; analam — fuego; prasaktasya — de aquel que está demasiado apegado; virakti — indiferencia; kāraṇam — causa.

Traducción

Mientras el rey se arrepentía de ese modo, recibió la noticia de su muerte inminente, que, como resultado de la maldición proferida por el hijo del sabio, se debería a la mordida de una serpiente alada. El rey lo tomó como una buena noticia, pues ello sería la causa de su indiferencia hacia las cosas mundanas.​​​​​​​

Significado

La verdadera felicidad se logra mediante la existencia espiritual o mediante el cese de la repetición del nacimiento y la muerte. Solo con ir de vuelta a Dios se puede detener la repetición del nacimiento y la muerte. En el mundo material no hay posibilidad de librarse de las condiciones de los repetidos nacimientos y muertes, ni siquiera si se alcanza el más elevado de todos los planetas (Brahmaloka); pero, aun así, no aceptamos el sendero que conduce al logro de la perfección. El sendero de la perfección lo libera a uno de todos los apegos materiales, y de ese modo uno se vuelve apto para entrar en el reino espiritual. Por consiguiente, aquellos que desde el punto de vista material están en la miseria, son mejores candidatos que aquellos que son prósperos en lo material. Mahārāja Parīkṣit era un gran devoto del Señor y un candidato genuino para entrar en el Reino de Dios, pero a pesar de serlo, sus bienes materiales como emperador del mundo eran impedimentos al logro perfecto de su legítima posición como uno de los asociados del Señor en el cielo espiritual. Como era devoto del Señor, se daba cuenta de que la maldición de que lo había hecho objeto el niño brāhmaṇa, aunque imprudente, era una bendición para él, ya que era la causa del desapego de los asuntos mundanos, tanto políticos como sociales. Además, Śamīka Muni, después de lamentarse del incidente, le comunicó la noticia al rey como una cuestión de deber, de modo que este pudiera prepararse para ir de vuelta a Dios. Śamīka Muni le envió noticias al rey de que el tonto de Śṛṅgi, su hijo, aunque era un poderoso niño brāhmaṇa, por desgracia había hecho mal uso de su poder espiritual y había maldecido al rey injustificadamente. El incidente en el cual el rey enguirnaldó al muni no era motivo suficiente para ser maldecido a muerte, pero como no había manera de retractar la maldición, se le informó al rey de que se preparara para morir en el lapso de una semana. Tanto Śamīka Muni como el rey eran almas autorrealizadas. Śamīka Muni era un místico, y Mahārāja Parīkṣit era un devoto. Por consiguiente, entre ellos no había diferencia en lo que se refiere a la autorrealización. Ninguno de ellos le temía al hecho de encontrar la muerte. Mahārāja Parīkṣit pudo haber acudido al muni para implorar su perdón, pero este último le había trasmitido al rey con tanto dolor las noticias de su inminente muerte, que el rey no quiso hacerle pasar al muni una vergüenza mayor con su presencia allí. Él decidió prepararse para su muerte inminente, y encontrar la manera de ir de vuelta a Dios.

La vida del ser humano es una oportunidad de prepararse para ir de vuelta a Dios, o librarse de la existencia material, la recurrencia del nacimiento y la muerte. Así pues, en el sistema de varṇāśrama-dharma a cada hombre y mujer se lo prepara para ese fin. En otras palabras, el sistema de varṇāśrama-dharma se conoce también como sanātana-dharma, o la ocupación eterna. El sistema de varṇāśrama-dharma forma al hombre para ir de vuelta a Dios, y, en consecuencia, a la persona casada se le ordena ir al bosque en calidad de vānaprastha, para que adquiera pleno conocimiento y luego adopte sannyāsa antes de su inevitable muerte. Parīkṣit Mahārāja tuvo la fortuna de que se le avisara de su inevitable muerte siete días antes de que ocurriera. Pero para el hombre común no hay un aviso preciso, aunque la muerte es algo inevitable para todos. Los hombres necios se olvidan de este seguro hecho que es la muerte, y hacen caso omiso del deber de prepararse para ir de vuelta a Dios. Ellos arruinan sus vidas con las propensiones animales de comer, beber, estar alegre y disfrutar. La gente de la era de Kali adopta una vida así de irresponsable, debido al pecaminoso deseo de condenar la cultura brahmínica, el cultivo de la conciencia de Dios y la protección de la vaca, de lo cual el Estado es el responsable. El Estado debe emplear las rentas públicas en aras del progreso de estas tres cosas, y de ese modo enseñarle a la población a prepararse para la muerte. El Estado que lo hace es el verdadero Estado benefactor. El Estado de la India haría mejor en seguir los ejemplos de Mahārāja Parīkṣit, el mandatario ideal, antes de imitar a otros Estados materialistas que no tienen idea alguna acerca del Reino de Dios, la meta última de la vida humana. El deterioro de los ideales de la civilización en la India ha traído como resultado el deterioro de la vida civil, no solo en la India, sino también en el exterior.