Skip to main content

Śrīmad-bhāgavatam 1.15.5

Texto

arjuna uvāca
vañcito ’haṁ mahā-rāja
hariṇā bandhu-rūpiṇā
yena me ’pahṛtaṁ tejo
deva-vismāpanaṁ mahat

Palabra por palabra

arjunaḥ uvāca — Arjuna dijo; vañcitaḥ — dejado por Él; aham — yo mismo; mahā-rāja — ¡oh, rey!; hariṇā — por la Personalidad de Dios; bandhu-rūpiṇā — como si fuera un amigo íntimo; yena — por quien; me — mí; apahṛtam — he sido despojado; tejaḥ — poder; deva — los semidioses; vismāpanam — asombroso; mahat — sorprendente.

Traducción

Arjuna dijo: ¡Oh, rey!, la Suprema Personalidad de Dios, Hari, quien me trató tal como un amigo íntimo, me ha dejado solo. Así pues, mi sorprendente poder, que asombró incluso a los semidioses, ya no está conmigo.

Significado

En el Bhagavad-gītā (10.41), el Señor dice: «A cualquiera que específicamente sea poderoso y opulento en riqueza, fuerza, belleza, conocimiento y en todo lo que es deseable desde el punto de vista material, no se le debe considerar más que un producto de una insigcnificante porción de la totalidad de Mi energía». Nadie puede, por lo tanto, ser poderoso independientemente en ninguna medida, sin que el Señor se lo haya conferido. Cuando el Señor desciende a la Tierra junto con sus asociados eternos y siempre liberados, Él no solo exhibe la energía divina que Él Mismo posee, sino que también apodera a Sus devotos asociados con la energía que se requiere para ejecutar Su misión de encarnación. También se afirma en el Bhagavad-gītā (4.5) que el Señor y Sus asociados eternos descienden a la Tierra muchas veces, pero que el Señor recuerda todos los diferentes papeles de las encarnaciones, mientras que los asociados, por Su voluntad suprema, los olvidan. Así mismo, cuando el Señor desaparece de la Tierra, se lleva consigo a Sus asociados. El poder y la energía que se le confirieron a Arjuna se requerían para el cumplimiento de la misión del Señor, pero cuando la misión se cumplió, a Arjuna se le retiraron los poderes de emergencia, debido a que esos asombrosos poderes, asombrosos incluso para los ciudadanos del cielo, ya no se requerían, y no estaban hechos para ir de vuelta al hogar, de vuelta a Dios. Si el Señor puede dotar de poderes y retirarle los poderes incluso a un gran devoto como Arjuna, o incluso a los semidioses del cielo, entonces ni qué hablar de los seres vivientes ordinarios, que son muy insignificantes en comparación con esas grandes almas. La lección de esto es, entonces, que nadie debe estar engreído de sus poderes, los cuales toma prestados del Señor. El hombre cuerdo más bien debe sentirse obligado con el Señor por semejantes favores, y debe utilizar dicho poder para el servicio del Señor. El Señor puede retirar ese poder en cualquier momento, y por eso el mejor uso que se les puede dar a ese poder y a esa opulencia es el de ocuparlos en el servicio del Señor.