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CC Madhya-līlā 9.49

Texto

tarka-pradhāna bauddha-śāstra ‘nava mate’
tarkei khaṇḍila prabhu, nā pāre sthāpite

Palabra por palabra

tarka-pradhāna — argumentativas; bauddha-śāstra — escrituras de la religión budista; nava mate — en nueve principios básicos; tarkei — con argumentos; khaṇḍila — refutó; prabhu — Śrī Caitanya Mahāprabhu; — no; pāre — puede; sthāpite — establecer.

Traducción

Las escrituras de la religión budista se basan principalmente en la lógica y la argumentación, e incluyen nueve principios básicos. Śrī Caitanya Mahāprabhu derrotó sus argumentos, y por ello no pudieron imponer sus creencias.

Significado

Śrīla Bhaktivinoda Ṭhākura afirma que, según el sistema budista, hay dos maneras de entender filosofía. La primera se denomina hīnāyana, y la segunda, mahāyana. En la senda budista hay nueve principios: 1) La creación es eterna; por lo tanto, no hay por qué aceptar la existencia de un creador. 2) La manifestación cósmica es falsa. 3) La verdad es «yo soy». 4) Existe el ciclo de nacimientos y muertes. 5) El Señor Buddha es la única fuente de comprensión de la verdad. 6) El principio de nirvāṇa, la aniquilación, es el objetivo supremo. 7) La filosofía de Buddha es la única senda filosófica. 8) Los Vedas fueron escritos por seres humanos. 9) Se recomiendan las actividades piadosas, ser misericordiosos con los demás, etc.

Nadie puede alcanzar la Verdad Absoluta por vía argumentativa. Tal vez alguien sea muy experto en lógica, pero otra persona puede ser todavía más experta en el arte de la argumentación. En la lógica hay tanto juego de palabras, que nadie puede llegar a la verdadera conclusión acerca de la Verdad Absoluta por vía argumentativa. Esto lo entienden los seguidores de los principios védicos. Sin embargo, en estos pasajes se ve que Śrī Caitanya Mahāprabhu echó por tierra la filosofía budista por medio de argumentos. Ciertamente, los predicadores del movimiento para la conciencia de Kṛṣṇa tendrán que vérselas con muchas personas que creen en la argumentación intelectual. La mayoría de esas personas no creen en la autoridad de los Vedas. Sin embargo, aceptan la especulación intelectual y la argumentación. Por consiguiente, los predicadores del movimiento para la conciencia de Kṛṣṇa deben estar preparados para vencer a otros con argumentos, como hizo Śrī Caitanya Mahāprabhu. En este verso se dice claramente: tarkei khaṇḍila prabhu. El Señor Śrī Caitanya Mahāprabhu presentó argumentos tan fuertes que los budistas no tuvieron respuestas adecuadas para respaldar sus creencias.

Su primer principio es que la creación ha existido siempre. Pero, si esto fuera así, la teoría de la aniquilación no tendría razón de ser. Los budistas sostienen que la aniquilación, la disolución, es la verdad suprema. Si la creación existe eternamente, no puede hablarse de disolución ni de aniquilación. El argumento no es muy sólido, porque la experiencia práctica nos muestra que las cosas materiales tienen un principio, un medio y un final. El objetivo supremo de la filosofía budista es la disolución del cuerpo. Si se propone ese objetivo es porque el cuerpo tiene un comienzo. De manera similar, toda la creación cósmica es también un cuerpo gigantesco, pero, si aceptamos el hecho de que existirá eternamente, no puede hablarse de aniquilación. Por lo tanto, el intento de aniquilarlo todo para alcanzar el cero es un absurdo. Nuestra experiencia práctica es que tenemos que aceptar un comienzo de la creación, y, si aceptamos un comienzo, tenemos que aceptar un creador. Ese creador debe poseer un cuerpo omnipresente, como se indica en la Bhagavad-gītā:

sarvataḥ pāṇi-pādaṁ tatsarvato-’kṣi-śiro-mukham
sarvataḥ śruti-mal loke
sarvam āvṛtya tiṣṭhati

«Por todas partes están Sus manos y Sus piernas, Sus ojos, Sus cabezas y Sus rostros, y tiene oídos en todas partes. De ese modo existe la Superalma presente en todo» (Bg. 13.14).

La Persona Suprema tiene que estar presente en todas partes. Su cuerpo existía antes de la creación; de lo contrario, no podría ser el creador. Si la Persona Suprema fuese un ser creado, no podría hablarse de un creador. La conclusión es que la manifestación cósmica fue creada, ciertamente, en determinado momento, y que el creador existía antes de la creación; por lo tanto, el creador no es un ser creado. El creador es Parabrahman, el Espíritu Supremo. La materia, no solamente está subordinada al espíritu, sino que, de hecho, se crea a partir del espíritu. Cuando el alma espiritual entra en el vientre de una madre, el cuerpo se crea con los elementos materiales que la madre aporta. En el mundo material, todo es creado, y, por consiguiente, tiene que haber un creador, que es el Espíritu Supremo y que es diferente de la materia. En la Bhagavad-gītā se confirma que la energía material es inferior y que la energía espiritual es la entidad viviente. Ambas energías, la inferior y la superior, pertenecen a una persona suprema.

Otro argumento de los budistas es que el mundo es falso, pero eso no es válido. El mundo es temporal, pero no falso. Mientras tengamos el cuerpo, tendremos que sufrir los placeres y dolores del cuerpo, pese a que no somos el cuerpo. Tal vez no tomemos muy en serio esos dolores y placeres, pero, aun así, siguen siendo reales. No podemos decir que sean falsos. Si los placeres y dolores del cuerpo fuesen falsos, la creación también lo sería, de modo que a nadie le interesaría demasiado. La conclusión es que la creación material no es falsa o imaginaria, sino temporal.

Los budistas sostienen que la verdad suprema es el principio de «yo soy», pero esto deja de lado la individualidad de «yo» y «tú». Si no hay «yo» ni «tú», si no hay individualidad, no hay posibilidad de argumentar. La filosofía budista depende de los argumentos, pero, si simplemente nos basamos en el «yo soy», no hay argumentación posible. Tiene que haber un «tú», otra persona. La filosofía de la dualidad, es decir, de la existencia del alma individual y de la Superalma, debe estar presente. Así se confirma en el Capítulo Segundo de la Bhagavad-gītā, donde el Señor dice:

na tv evāhaṁ jātu nāsaṁna tvaṁ neme janādhipāḥ
na caiva na bhaviṣyāmaḥ
sarve vayam ataḥ param

«Nunca hubo un tiempo en que Yo no existiera, ni tú, ni ninguno de estos reyes; ni en el futuro ninguno de nosotros dejará de existir» (Bg. 2.12).

Hemos existido en el pasado en diversos cuerpos, y, tras la aniquilación de este cuerpo, existiremos en otro. El principio del alma es eterno, y existe tanto en este cuerpo como en otro. En esta misma vida tenemos experiencia de la existencia en cuerpo de niño, de joven, de adulto y de anciano. Tras la aniquilación del cuerpo, recibimos otro. La religión budista también acepta la filosofía de la transmigración, pero los budistas no dan una explicación adecuada acerca de la siguiente vida. Hay 8.400.000 especies de vida, y nuestro próximo nacimiento puede ser en cualquiera de ellas; por lo tanto, no tenemos garantizado el cuerpo humano.

Según el quinto principio de los budistas, el Señor Buddha es la única fuente para el logro de conocimiento. Esto no podemos aceptarlo, pues el Señor Buddha rechazó los principios del conocimiento védico. Debemos aceptar un principio de conocimiento estándar, porque no se puede alcanzar la Verdad Absoluta mediante la simple especulación intelectual. Si todo el mundo es autoridad, o si todo el mundo acepta su propia inteligencia como criterio supremo, como está de moda hoy en día, se interpretarán las Escrituras de muchas formas distintas, y todo el mundo pretenderá que su propia filosofía es la suprema. Esto se ha convertido en un gran problema, y todo el mundo interpreta las Escrituras a su manera y establece su propia base de autoridad. Yata mata tata patha. Ahora cada quien trata de establecer su propia filosofía como verdad suprema. La teoría budista dice que el nirvāṇa, la aniquilación, es el objetivo supremo. La aniquilación se aplica al cuerpo, pero el alma espiritual transmigra de un cuerpo a otro. Si esto no fuese así, ¿cómo podría existir tan gran diversidad de cuerpos? Si la vida siguiente es una realidad, la siguiente forma corporal también lo es. Tan pronto como recibimos un cuerpo material, tenemos que aceptar el hecho de que el cuerpo será aniquilado y de que tendremos que recibir otro cuerpo. Si todos los cuerpos materiales están condenados a la aniquilación, debemos obtener un cuerpo no material, espiritual, si deseamos que la vida siguiente sea algo más que una falsedad. Cómo se obtiene el cuerpo espiritual lo explica el Señor Kṛṣṇa en la Bhagavad-gītā:

janma karma ca me divyamevaṁ yo vetti tattvataḥ
tyaktvā dehaṁ punar janma
naiti mām eti so ’rjuna

«¡Oh, Arjuna!, aquel que conoce la naturaleza trascendental de Mi advenimiento y actividades, al abandonar el cuerpo no vuelve a nacer en este mundo material, sino que alcanza Mi morada eterna» (Bg. 4.9).

Ésa es la perfección más elevada: abandonar este cuerpo material y no recibir otro, sino ir de regreso al hogar, de vuelta a Dios. Perfección no significa que la existencia pase a ser un vacío o un cero. La existencia continúa, pero, si deseamos positivamente aniquilar el cuerpo material, tenemos que aceptar un cuerpo espiritual; de lo contrario, no puede haber eternidad para el alma .

No podemos aceptar la teoría de que la filosofía budista es el único camino, porque hemos visto cuántos defectos hay en ella. Perfecta es la filosofía que no tiene defectos, y ésa es la filosofía vedānta. Nadie puede señalar defecto alguno en la filosofía vedānta, y por ello podemos concluir que el Vedānta es la vía suprema a la hora de entender filosóficamente la verdad. Según el culto budista, los Vedas son obra de seres humanos corrientes. Si esto fuese así, no tendrían autoridad. Las Escrituras védicas nos indican que, poco después de la creación, los Vedas le fueron impartidos al Señor Brahmā. Aunque Brahmā es la persona original en el universo, los Vedas no son creación suya. Si Brahmā no creó los Vedas, pero es reconocido como el primer ser creado, ¿de dónde recibió Brahmā el conocimiento védico? Obviamente, los Vedas no vienen de una persona corriente nacida en el mundo material. Según el Śrīmad-Bhāgavatam: tene brahma hṛdā ya ādi-kavaye (Bhāg. 1.1.1): Después de la creación, la Persona Suprema impartió el conocimiento védico en el corazón de Brahmā. Al comienzo de la creación, no había más persona que Brahmā, y, sin embargo, no fue él quien redactó los Vedas; por lo tanto, la conclusión es que los Vedas no son obra de ningún ser creado. El conocimiento védico fue impartido por la Suprema Personalidad de Dios, que creó el mundo material. Así lo acepta también Śaṅkarācārya, pese a que él no es un vaiṣṇava.

Se afirma que una de las cualidades del budista es la misericordia, pero la misericordia es algo relativo. Nos mostramos misericordiosos con nuestros subordinados o con alguien que sufre más que nosotros. Sin embargo, si estamos ante una persona superior, esa persona no puede ser objeto de nuestra misericordia, sino que seremos nosotros el objeto de su misericordia. Por lo tanto, mostrar compasión o misericordia es una actividad relativa. No es la Verdad Absoluta. Aparte de esto, también debemos saber en qué consiste la verdadera misericordia. Dar de comer a un enfermo algo que le está prohibido y le va a hacer daño no es misericordia, sino crueldad. Mientras no sepamos en qué consiste realmente la misericordia, es posible que creemos situaciones indeseables. Si deseamos mostrar verdadera misericordia, predicaremos el proceso de conciencia de Kṛṣṇa para revivir la conciencia perdida de los seres humanos, la conciencia original de la entidad viviente. Los budistas no admiten la existencia del alma espiritual; por lo tanto, la supuesta misericordia de los budistas es imperfecta.