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CC Ādi-līlā 9.42

Texto

etāvaj janma-sāphalyaṁ
dehinām iha dehiṣu
prāṇair arthair dhiyā vācā
śreya-ācaraṇaṁ sadā

Palabra por palabra

etāvat—hasta esto; janma—de nacimiento; sāphalyam—perfección; dehinām—de toda entidad viviente; iha—en este mundo; dehiṣu—para aquellos que están encarnados; prāṇaiḥ—por vida; arthaiḥ—por riqueza; dhiyā—por inteligencia; vācā—por palabras; śreyaḥ—eterna buena fortuna; ācaraṇam—actuando prácticamente; sadā—siempre.

Traducción

«“La obligación de todo ser viviente consiste en emplear su vida, riqueza, inteligencia y palabras en actividades benéficas por el bien de los demás.”

Significado

Hay dos clases de actividades: śreyas, que son finalmente benéficas y auspiciosas, y preyas, que son benéficas y auspiciosas inmediatamente. Por ejemplo, a los niños les gusta mucho jugar. No quieren ir a la escuela a aprender, y creen que jugar continuamente y pasarlo bien con los amigos es la finalidad de la vida. Incluso en la vida trascendental del Señor Kṛṣṇa vemos que, cuando era niño, tenía una gran afición a jugar con amigos de Su misma edad, los pastorcillos de vacas. Ni siquiera iba a casa a cenar. Madre Yaśoda tenía que ir a buscarle y hacerle volver. Es decir, que es inherente a los niños pasar el tiempo jugando, sin preocuparse ni de su salud ni de otras cosas importantes. Esto es un ejemplo de preyas, aquellas actividades que son inmediatamente beneficiosas. Pero están también las śreyas, las actividades que son auspiciosas finalmente. Según la civilización védica, el ser humano debe ser consciente de Dios. Debe comprender lo que es Dios, lo que es este mundo material, quién es él mismo, y cuáles son las relaciones entre ellos. Esto se llama śreyas, o actividades finalmente auspiciosas.

En este verso del Śrīmad-Bhāgavatam se dice que hay que tener interés en śreyas. Para lograr la finalidad última de śreyas, o en otras palabras, la buena fortuna, hay que emplearlo todo, incluso la vida, la riqueza y las palabras, no sólo para sí, sino también para los demás. Sin embargo, a menos que se tenga interés por śreyas en la propia vida, no se puede predicar śreyas para el beneficio de los demás.

Este verso que cita Śrī Caitanya Mahāprabhu se refiere a los seres humanos, no a los animales. Como se indica en el verso precedente, en las palabras manuṣya-janma, estas directrices van destinadas a los seres humanos. Desgraciadamente, los seres humanos, aunque tienen cuerpos de hombre, por su comportamiento se están volviendo más bajos que los animales. Esto es por culpa de la educación moderna. Los educadores modernos no conocen la finalidad de la vida humana; no se interesan más que en mejorar las condiciones económicas de su país o de la sociedad humana. Esto también es necesario; la civilización védica considera todos los aspectos de la vida humana, que incluyen dharma (religión), artha (desarrollo económico), kāma (complacencia de los sentidos) y mokṣa (liberación). Pero el interés principal de la humanidad debe ser la religión. Para ser religioso hay que actuar según las órdenes de Dios, pero, desdichadamente, la gente de esta era ha rechazado la religión y se ocupa intensamente en el desarrollo económico, adoptando cualquier medio para obtener dinero. Para el desarrollo económico no es necesario obtener dinero por las buenas o por las malas; sólo hace falta el dinero suficiente para mantenerse en cuerpo y alma. Sin embargo, como el desarrollo económico moderno sigue su camino sin ninguna base religiosa, la gente se ha vuelto lujuriosa, codiciosa y loca por el dinero, sin cultivar más cualidades que las de rajas (pasión) y tamas (ignorancia), descuidando la otra cualidad de la naturaleza, sattva (bondad), y las cualidades brahmínicas. De manera que toda la sociedad está en un caos.

El Bhāgavatam dice que la obligación del ser humano evolucionado es hacer lo necesario para que la sociedad humana pueda alcanzar la finalidad más elevada de la vida. Hay un verso semejante en el Viṣṇu Purāṇa, el verso 45 del Capítulo duodécimo de la Parte Tercera, que se cita enseguida en el Caitanya-caritāmṛta.