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CC Ādi-līlā 7.51

Texto

tomāre nindaye yata sannyāsīra gaṇa
śunite nā pāri, phāṭe hṛdaya-śravaṇa

Palabra por palabra

tomāre—a Ti; nindaye—blasfemias; yata—todos; sannyāsīra gaṇa—los sannyāsīs māyāvādīs; śunite—oír; nā—no podemos; pāri—tolerar; phāṭe—rompe; hṛdaya—nuestros corazones; śravaṇa—al oír semejante blasfemia.

Traducción

«Todos los sannyāsīs māyāvādīs critican a Su Santidad. Nosotros no podemos tolerar estas críticas, porque esta blasfemia nos rompe el corazón.»

Significado

Ésta es una manifestación de verdadero amor por Kṛṣṇa y Śrī Caitanya Mahāprabhu. Hay tres categorías de vāiṣṇavas: kaniṣṭha-adhikārīs, madhyama-adhikārīs y uttama-adhikārīs. El kaniṣṭha-adhikārī, devoto en la etapa inferior de la vida vaiṣṇava, tiene una fe sólida, pero no está muy familiarizado con las conclusiones de los sāstras. El devoto de la segunda etapa, el madhyama-adhikārī, conoce muy bien las conclusiones de los sáṣtras y tiene una fe sólida en su guru y en el Señor. Por lo tanto, él predica a los inocentes, evitando a los no devotos. Sin embargo, el mahā-bhāgavata, o uttama-adhikārī, el devoto en la etapa más elevada de la vida devocional, no ve que nadie sea contrario a los principios vaiṣṇavas, porque considera a todos como vaiṣṇavas menos a sí mismo. Ésta es la esencia de la instrucción de Śrī Caitanya Mahāprabhu de que hay que ser más tolerante que un árbol y considerarse más bajo que una brizna de paja de la calle (tṛṇād api su-nīcena taror iva sahiṣṇunā). Sin embargo, incluso si un devoto está en la etapa uttama-bhāgavata, debe descender a la segunda etapa de vida, madhyama-adhikārī, para ser un predicador, porque un predicador no debe tolerar la blasfemia contra otro vaiṣṇava. Aunque un kaniṣṭha-adhikārī tampoco puede tolerar tal blasfemia, no tiene la capacidad de detenerla citando evidencias de los śāstras. Por tanto, Tapana Miśra y Candraśekhara deben ser considerados kaniṣṭha-adhikārīs, porque no pudieron rebatir los argumentos de los sannyāsīs de Benarés. Recurrieron a Śrī Caitanya para que interviniese, porque sentían que no podían tolerar aquellas críticas, aunque no podían detenerlas.