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Śrīmad-bhāgavatam 9.11.26

Texto

āsikta-mārgāṁ gandhodaiḥ
kariṇāṁ mada-śīkaraiḥ
svāminaṁ prāptam ālokya
mattāṁ vā sutarām iva

Palabra por palabra

āsikta-mārgām — las calles eran rociadas; gandha-udaiḥ — con agua perfumada; kariṇām — de elefantes; mada-śīkaraiḥ — con partículas de esencias perfumadas; svāminam — al amo o propietario; prāptam — presente; ālokya — ver personalmente; mattām — muy opulenta; — o; sutarām — mucho; iva — como si.

Traducción

Durante el reinado del Señor Rāmacandra, las calles de la capital, Ayodhyā, eran perfumadas con aguas aromáticas y gotas de esencias fragantes, que los elefantes rociaban con sus trompas. Los ciudadanos, viendo que el Señor supervisaba personalmente los asuntos de la ciudad con toda opulencia, apreciaban mucho esa opulencia.

Significado

Hasta ahora habíamos escuchado hablar de la opulencia del Rāma-rājya, el reinado del Señor Rāmacandra, pero este verso nos ofrece un ejemplo concreto de la opulencia del reino del Señor. Las calles de Ayodhyā, además de limpiarse, se perfumaban con aguas aromáticas y gotas de esencias y fragancias, que los elefantes rociaban con sus trompas. No hacía falta ningún sistema de aspersión, pues el elefante posee la habilidad natural de absorber agua con la trompa y expulsarla de nuevo como en una ducha. Hay un indicio que puede ayudarnos a entender la opulencia de la ciudad: la regaban con agua perfumada. Además de esto, los ciudadanos tenían la oportunidad de ver al Señor supervisando personalmente los asuntos del gobierno. De Sus actividades, como al enviar a Sus hermanos a velar por Sus intereses fuera de la capital y a castigar a todo el que no obedeciese las órdenes del emperador (dig-vijaya), se desprende que no era un monarca ocioso. Los ciudadanos tenían todo lo necesario para llevar una vida pacífica, y estaban cualificados con sus correspondientes atributos de varṇāśrama. Como hemos visto en el capítulo anterior: varṇāśrama-guṇānvitāḥ: Los ciudadanos eran educados conforme al sistema de varṇāśrama. Una clase de hombres eran brāhmaṇas, otros eran kṣatriyas, otros vaiśyas y otros śūdras. Sin esa división científica, no se puede hablar de buenos ciudadanos. El rey, que era magnánimo y perfecto en el cumplimiento de Su deber, celebró muchos sacrificios y trató a Sus súbditos como a Sus propios hijos, y los súbditos, educados en el sistema de varṇāśrama, eran obedientes y perfectamente disciplinados. En conjunto, era una monarquía tan opulenta y pacífica que el gobierno podía permitirse rociar las calles con aguas perfumadas, por no hablar de otros aspectos de su administración. De una ciudad perfumada con aguas aromáticas solo podemos imaginar la enorme opulencia que mostraba en otros aspectos. ¿Qué podía faltarles a los súbditos del Señor Rāmacandra para no ser felices durante Su reinado?