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Śrīmad-bhāgavatam 8.20.7

Texto

śreyaḥ kurvanti bhūtānāṁ
sādhavo dustyajāsubhiḥ
dadhyaṅ-śibi-prabhṛtayaḥ
ko vikalpo dharādiṣu

Palabra por palabra

śreyaḥ — actividades de suprema importancia; kurvanti — realizan; bhūtānām — de la población en general; sādhavaḥ — las personas santas; dustyaja — que son sumamente difíciles de abandonar; asubhiḥ — por sus vidas; dadhya — Mahārāja Dadhīci; śibi — Mahārāja Śibi; prabhṛtayaḥ — y otras grandes personalidades; kaḥ — qué; vikalpaḥ — consideración; dharā-ādiṣu — en dar la tierra a un brāhmaṇa.

Traducción

Dadhīci, Śibi y muchas otras grandes personalidades estuvieron dispuestos a sacrificar sus mismas vidas por el bien de la gente. Así nos lo muestra la historia. ¿Qué razón hay entonces para no renunciar a esta insignificante tierra? ¿Hay alguna objeción seria en contra de ello?

Significado

Bali Mahārāja estaba dispuesto a dárselo todo al Señor Viṣṇu, y es posible que Śukrācārya, como sacerdote profesional, estuviese pasando una gran ansiedad, con la duda de si en la historia aparecía algún ejemplo anterior de alguien que lo hubiera dado todo en caridad. Sin embargo, Bali Mahārāja citó los ejemplos concretos de Mahārāja Śibi y Mahārāja Dadhīci, quienes habían entregado sus propias vidas por el bien de la gente. Sin duda, estamos apegados a todo lo material, y especialmente a nuestra tierra; sin embargo, en el momento de la muerte, la tierra y todas nuestras posesiones nos son arrebatadas por la fuerza, como se afirma en el Bhagavad-gītā (mṛtyuḥ sarva-haraś cāham). El Señor Se presentó personalmente ante Bali Mahārāja para quitarle todo lo que tenía, de modo que Bali tuvo la gran fortuna de ver al Señor directamente. Los no devotos, sin embargo, no pueden ver directamente al Señor; ante ellos, el Señor Se presenta en la forma de la muerte, y les quita por la fuerza todas sus posesiones. En esas circunstancias, ¿por qué no separarnos de nuestras posesiones entregándoselas al Señor Viṣṇu para Su satisfacción? En relación con esto, Śrī Cāṇakya Paṇḍita dice: san-nimitte varaṁ tyāgo vināśe niyate sati (Cāṇakya-śloka 36). Nuestro dinero y nuestras posesiones no son duraderos, sino que, de una forma u otra, nos serán quitados; por lo tanto, mientras estén en nuestras manos, lo mejor es usarlos para dar caridad a una causa noble. Por esa razón, Bali Mahārāja desafió la orden de su maestro espiritual.