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Śrīmad-bhāgavatam 7.7.18

Texto

janmādyāḥ ṣaḍ ime bhāvā
dṛṣṭā dehasya nātmanaḥ
phalānām iva vṛkṣasya
kāleneśvara-mūrtinā

Palabra por palabra

janma-ādyāḥ — comenzando con el nacimiento; ṣaṭ — los seis (nacimiento, existencia, crecimiento, transformación, decaimiento y, finalmente, muerte); ime — todas estas; bhāvāḥ — distintas condiciones del cuerpo; dṛṣṭāḥ — vistas; dehasya — del cuerpo; na — no; ātmanaḥ — del alma; phalānām — de los frutos; iva — como; vṛkṣasya — de un árbol; kālena — con el paso del tiempo; īśvara-mūrtinā — cuya forma es la capacidad de transformar o controlar las actividades del cuerpo.

Traducción

Como los frutos y las flores de un árbol, que con el paso del tiempo experimentan seis cambios —nacimiento, existencia, crecimiento, transformación, decaimiento y muerte—, el cuerpo material, que el alma espiritual obtiene según distintas circunstancias, también pasa por esos mismos cambios. Esos cambios, sin embargo, no existen para el alma espiritual.

Significado

Este verso es muy importante para comprender la diferencia entre el alma espiritual y el cuerpo material. El alma, como se afirma en el Bhagavad-gītā (2.20), es eterna:

na jāyate mriyate vā kadācin
nāyaṁ bhūtvā bhavitā vā na bhūyaḥ
ajo nityaḥ śāśvato ’yaṁ purāṇo
na hanyate hanyamāne śarīre

«Para el alma no existe el nacimiento ni la muerte en ningún momento. No empezó a existir en un momento del pasado, ni empieza a existir en el presente, ni empezará a existir en el futuro. Es innaciente, eterna, permanente y primigenia. No se la mata cuando se mata el cuerpo». El alma espiritual es eterna, no está sujeta al desgaste y al cambio, que se deben al cuerpo material. El ejemplo del árbol con sus frutos y flores es muy sencillo y claro. El árbol se sostiene en pie durante muchísimos años, pero, con los cambios de estación, sus frutos y flores sufren seis transformaciones. La necia teoría de los químicos actuales de que la vida se puede producir mediante interacciones químicas, no puede considerarse cierta. El nacimiento del cuerpo material del ser humano se produce gracias a la mezcla del óvulo y el semen, pero no todo acaba ahí en el proceso del nacimiento; después de la relación sexual, el óvulo y el semen se mezclan, pero no siempre se produce el embarazo. La única posibilidad de que este se produzca es que el alma entre en esa mezcla; cuando eso ocurre, el cuerpo nace, existe, crece, se transforma y decae, hasta que, finalmente, se destruye. Los frutos y las flores del árbol vienen y se van con las estaciones, pero el árbol permanece. Análogamente, el alma transmigra y recibe distintos cuerpos, que sufren seis transformaciones; el alma, sin embargo, es permanentemente la misma (ajo nityaḥ śāśvato 'yaṁ purāṇo na hanyate hanyamāne śarīre). El alma es eterna y existe siempre, pero los cuerpos que recibe cambian.

Hay dos tipos de almas: el Alma Suprema (la Personalidad de Dios), y el alma individual (la entidad viviente). En el alma individual se producen distintos cambios corporales; del mismo modo, en el Alma Suprema tienen lugar los distintos milenios de la creación. Con respecto a esto, dice Madhvācārya:

ṣaḍ vikārāḥ śarīrasya
na viṣṇos tad-gatasya ca
tad-adhīnaṁ śarīraṁ ca
jñātvā tan mamatāṁ tyajet

El cuerpo es el aspecto externo del alma, de manera que el alma no depende del cuerpo; al contrario, es el cuerpo el que depende del alma. La persona que comprenda esta verdad no debe preocuparse demasiado del sustento del cuerpo. El cuerpo no se puede mantener de forma permanente o eterna. Antavanta ime dehā nityasyoktāḥ śarīriṇaḥ. Esa es la afirmación del Bhagavad-gītā (2.18): El cuerpo material es antavat (perecedero), pero el alma que está dentro del cuerpo es eterna (nityasyoktāḥ śarīriṇaḥ). Tanto el Señor Viṣṇu como las almas individuales, que son Sus partes integrales, son eternos. Nityo nityānāṁ cetanaś cetanānām. El Señor Viṣṇu es el ser vivo supremo, mientras que las entidades vivientes individuales son partes del Señor Viṣṇu. Todos los cuerpos, en sus distintos niveles, desde el gigantesco cuerpo universal hasta el diminuto cuerpo de la hormiga, son perecederos, pero la Superalma y el alma, que son cualitativamente iguales, existen eternamente. Esto se explica con más detalle en los versos siguientes.