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Śrīmad-bhāgavatam 4.11.27

Texto

tam eva mṛtyum amṛtaṁ tāta daivaṁ
sarvātmanopehi jagat-parāyaṇam
yasmai baliṁ viśva-sṛjo haranti
gāvo yathā vai nasi dāma-yantritāḥ

Palabra por palabra

tam — a Él; eva — ciertamente; mṛtyum — muerte; amṛtam — inmortalidad; tāta — mi querido hijo; daivam — el Supremo; sarva-ātmanā — en todo aspecto; upehi — entrégate; jagat — del mundo; parāyaṇam — objetivo supremo; yasmai — a quien; balim — ofrendas; viśva-sṛjaḥ — todos los semidioses, como Brahmā; haranti — llevan; gāvaḥ — bueyes; yathā — como; vai — sin falta; nasi — en la nariz; dāma — con una cuerda; yantritāḥ — controlados.

Traducción

Mi querido muchacho, Dhruva, por favor, entrégate a la Suprema Personalidad de Dios, que es el objetivo supremo del progreso del mundo. Todos, incluso los semidioses encabezados por Brahmā, actúan bajo Su control, del mismo modo que un toro es controlado por su dueño con una cuerda sujeta a la nariz.

Significado

La enfermedad material consiste en declararse independiente del controlador supremo. De hecho, nuestra existencia material comienza cuando olvidamos al controlador supremo y deseamos enseñorearnos de la naturaleza material. En el mundo material, todo el mundo trata con todas sus fuerzas de llegar a ser el controlador supremo, tanto a nivel individual como nacional, social y de muchas otras maneras. Svāyambhuva Manu aconsejó a su nieto que dejase de luchar, pues le preocupaba el hecho de que Dhruva se hubiese apegado a una ambición personal de luchar para extinguir por completo la raza de los yakṣas. De modo que en este verso Manu busca extirpar el último resto de ambición falsa de Dhruva Mahārāja, y para ello le explica cuál es la posición del controlador supremo. Son significativas las palabras mṛtyum amṛtam, «muerte e inmortalidad». En el Bhagavad-gītā, el Señor dice: «Yo soy la muerte suprema, que despoja de todo a los demonios». Los demonios se afanan sin cesar en enseñorearse de la naturaleza material en la lucha por la existencia. Una y otra vez se encuentran con la muerte, y crean un entramado que les enreda en el mundo material. Aunque para los demonios el Señor es la muerte, para los devotos es amṛta, la vida eterna. Los devotos que ofrecen servicio ininterrumpido al Señor ya han alcanzado la inmortalidad, pues en su siguiente vida continuarán con las mismas actividades que realizaban en esta. Simplemente cambiarán sus cuerpos materiales por cuerpos espirituales. A diferencia de los demonios, ya no tendrán que cambiar de cuerpo material. Por eso se dice que el Señor es la muerte y la inmortalidad a la vez. Para los demonios, es la muerte, y para los devotos, la inmortalidad. Él es el objetivo supremo de todos, pues es la causa de todas las causas. Manu aconsejó a Dhruva Mahārāja que se entregase por completo al Señor, sin conservar ninguna ambición personal. Alguien podría plantear la cuestión de por qué se adora a los semidioses. En el verso está la respuesta: esa adoración es para hombres poco inteligentes. Cuando aceptan sacrificios, los semidioses lo hacen para la satisfacción final de la Suprema Personalidad de Dios.