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Śrīmad-bhāgavatam 2.5.24

Texto

so ’haṅkāra iti prokto
vikurvan samabhūt tridhā
vaikārikas taijasaś ca
tāmasaś ceti yad-bhidā
dravya-śaktiḥ kriyā-śaktir
jñāna-śaktir iti prabho

Palabra por palabra

saḥ — la mismísima cosa; ahaṅkāraḥ — ego; iti — así; proktaḥ — dijo; vikurvan — siendo transformado; samabhūt — se hizo manifiesto; tridhā — en tres aspectos; vaikārikaḥ — en la modalidad de la bondad; taijasaḥ — en la modalidad de la pasión; ca — y; tāmasaḥ — en la modalidad de la ignorancia; ca — también; iti — así; yat — que es; bhidā — divididas; dravya-śaktiḥ — poderes que producen materia; kriyā-śaktiḥ — iniciación que crea; jñāna śaktiḥ — inteligencia que guía; iti — así; prabho — el amo.

Traducción

El ego materialista egocéntrico, siendo así transformado en tres aspectos, se vuelve conocido como las modalidades de la bondad, la pasión y la ignorancia en tres divisiones, a saber, los poderes que producen materia, el conocimiento de las creaciones materiales y la inteligencia que guía esas actividades materialistas. Nārada, tú eres lo bastante competente como para comprender esto.

Significado

El ego materialista, o el sentido de la identificación con la materia, es extremadamente egocéntrico y carece de conocimiento claro acerca de la existencia de Dios. Y ese egocentrismo que poseen las entidades vivientes materialistas, es la causa de que ellas sean condicionadas por los otros enseres, y continúen su cautiverio en la forma de la existencia material. En el Bhagavad-gītā, en el capítulo siete (textos 24–27), se da una explicación muy clara acerca de ese egocentrismo. El impersonalista egocéntrico, carente de una clara concepción acerca de la Personalidad de Dios, concluye a su manera que la Personalidad de Dios adopta una forma material a partir de Su existencia espiritual original e impersonal, para llevar a cabo una misión en particular. Y esa concepción engañadora acerca del Señor Supremo, que posee el impersonalista egocéntrico, continúa, si bien se observa que él está muy interesado en las Escrituras védicas tales como los Brahma-sūtras y otras fuentes de conocimiento altamente intelectuales. Esa ignorancia del aspecto personal del Señor, se debe tan solo al hecho de ignorar que existe la mezcla de las diferentes modalidades. Así pues, el impersonalista no puede concebir la forma eterna y espiritual del Señor, constituida por existencia, bienaventuranza y conocimiento eternos. La razón es, que el Señor se reserva el derecho de exponerse ante el no devoto, el cual incluso después de un estudio minucioso de literatura como el Bhagavad-gītā, sigue siendo un impersonalista solo por obstinación. Esa obstinación se debe a la acción de yogamāyā, una energía personal del Señor que actúa como un ayudante de campo, al cubrir la visión del impersonalista obstinado. Se dice que un ser humano así de confundido es un mūḍha, o completamente ignorante, debido a que es incapaz de comprender que la forma trascendental del Señor es innaciente e inalterable. Si el Señor adopta una forma o figura material a partir de Su aspecto impersonal original, entonces ello significa que Él nace y cambia de lo impersonal a lo personal. Pero Él no es alterable, y jamás nace una y otra vez como un alma condicionada. El alma condicionada puede que adopte una forma, nacimiento tras nacimiento, debido a su existencia condicionada en la materia; pero los impersonalistas egocéntricos, debido a su crasa ignorancia y al egocentrismo, consideran al Señor como uno de ellos, incluso después del supuesto avance de conocimiento que han logrado en cuanto al Vedānta. El Señor, estando situado en el corazón de toda entidad viviente individual, conoce muy bien cual es la tendencia de esas almas condicionadas, en términos del pasado, presente y futuro, pero la confundida alma condicionada difícilmente puede conocerlo a Él en Su forma eterna. Por la voluntad del Señor, por lo tanto, el impersonalista, incluso después de conocer los aspectos Brahman y Paramātmā del Señor, continúa ignorando Su eterno aspecto personal como Nārāyaṇa que existe por siempre, trascendental a toda creación material.

La causa de esa crasa ignorancia es la constante dedicación a la que se entrega el hombre materialista, al tratar de aumentar artificialmente las necesidades materiales. Para poder entender plenamente a la Suprema Personalidad de Dios, uno tiene que purificar los sentidos materialistas mediante el servicio devocional. La modalidad de la bondad, o la cultura brahmínica que se recomienda en las Escrituras védicas, ayuda a lograr esa iluminación espiritual y, por ello, la etapa jñāna-śakti del alma condicionada es mejor, comparativamente, que las otras dos etapas, a saber, dravya-śakti y kriyā-śakti. La civilización material por entero se manifiesta en una acumulación inmensa de materiales o, en otras palabras, materia prima para propósitos industriales, y las empresas industriales (kriyā-śakti) se deben todas a la crasa ignorancia que existe de la vida espiritual. Con objeto de rectificar esa gran anomalía de la civilización materialista, basada en los principios de dravya-śakti y kriyā-śakti, uno tiene que adoptar el proceso de servicio devocional del Señor, mediante la adopción de los principios de karma-yoga, que se mencionan en el Bhagavad-gītā (9.27) de la siguiente manera:

yat karoṣi yad aśnāsi
yaj juhoṣi dadāsi yat
yat tapasyasi kaunteya
tat kuruṣva mad-arpaṇam

«¡Oh, hijo de Kuntī! Todo lo que hagas, todo lo que comas, todo lo que ofrezcas y regales, así como también todas las austeridades que ejecutes, debes hacerlas como una ofrenda a Mí».