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CC Ādi-līlā 7.116

Texto

īśvarera tattva — yena jvalita jvalana
jīvera svarūpa — yaiche sphuliṅgera kaṇa

Palabra por palabra

īśvarera tattva—la verdad de la Suprema Personalidad de Dios; yena—es como; jvalita—llameante; jvalana—fuego; jīvera—de las entidades vivientes; svarūpa—identidad; yaiche—es como; sphuliṅgera—de la chispa; kaṇa—partícula.

Traducción

«El Señor es como un gran fuego llameante, y las entidades vivientes son como pequeñas chispas de ese fuego.

Significado

Aunque tanto las chispas como el gran fuego son fuego y tienen el poder de quemar, este poder no es el mismo en el fuego que en la chispa. ¿Por qué hay que tratar, de un modo artificial, de ser como un gran fuego, cuando, por naturaleza, se es como una pequeña chispa? Se debe a la ignorancia. Hay que comprender que ni la Suprema Personalidad de Dios ni las entidades vivientes pequeñas como chispas tienen nada que ver con la materia, pero cuando la chispa espiritual entra en contacto con el mundo material, su cualidad ardiente se extingue. Ésa es la situación de las almas condicionadas. Por estar en contacto con el mundo material, su cualidad espiritual está casi muerta, pero como todas estas chispas espirituales son partes integrales de Kṛṣṇa, como afirma el Señor en la Bhagavad-gītā (mamaivāṁśaḥ), pueden revivir su condición original al liberarse del contacto material. Esto es pura comprensión filosófica. En la Bhagavad-gītā se declara que las chispas espirituales son sanātana (eternas); por tanto, la energía material, māyā, no puede afectar su condición natural.

Podría alegarse: «¿Qué falta hace crear chispas espirituales?». La respuesta podría ser: Puesto que la absoluta Personalidad de Dios es omnipotente, tiene potencias tanto ilimitadas como limitadas. Esto es lo que significa omnipotente. Para ser omnipotente, no sólo debe tener potencias ilimitadas, sino también potencias limitadas. De manera que para exhibir Su omnipotencia, manifiesta ambos tipos. Las entidades vivientes están dotadas de la potencia limitada, aunque son parte del Señor. El Señor manifiesta el mundo espiritual mediante Sus potencias ilimitadas, mientras que con las limitadas se manifiesta el mundo material. En la Bhagavad-gītā (7.5), dice el Señor:

apareyam itas tv anyāṁprakṛtiṁ viddhi me parām
jīva-bhūtāṁ mahā-bāho
yayedaṁ dhāryate jagat

«¡Oh, Arjuna, el de los poderosos brazos! Además de estas energías inferiores, hay otra energía Mía superior, que incluye a las entidades vivientes que están explotando los recursos de esta naturaleza inferior material». Las jīva-bhūtas, las entidades vivientes, controlan el mundo material con sus potencias limitadas. En general, la gente está confundida por las actividades de científicos y tecnólogos. Debido a māyā, creen que Dios no es necesario y que ellos pueden hacerlo todo, pero en realidad, no es cierto. Puesto que esta manifestación cósmica es limitada, su existencia también lo es. En este mundo material todo es limitado, y por esta razón hay creación, mantenimiento y disolución. Sin embargo, en el mundo de la energía ilimitada, el mundo espiritual, no hay ni creación ni destrucción.

Si la Personalidad de Dios no poseyese tanto energías limitadas como ilimitadas, no podría ser llamada omnipotente. Aṇor aṇīyân mahato mahīyān: «El Señor es más grande que lo más grande, y más pequeño que lo más pequeño». Es más pequeño que lo más pequeño en la forma de las entidades vivientes, y más grande que lo más grande en Su forma de Kṛṣṇa. Si no hubiese nadie a quien controlar, no tendría sentido la noción del controlador supremo (īśvara), lo mismo que no tiene sentido que haya un rey sin vasallos. Si todos los vasallos fuesen reyes, no habría diferencia entre el rey y el ciudadano común. De manera que para que el Señor pueda ser el controlador supremo, tiene que haber una creación que controlar. El principio básico de la existencia de las entidades vivientes se llama cid-vilāsa, placer espiritual. El Señor omnipotente manifiesta Su potencia de placer creando las entidades vivientes. En el Vedānta-sūtra (1.1.12) se describe al Señor como ānanda-mayo bhyāsāt. Por naturaleza, Él es el receptáculo de todo placer, y como Él quiere disfrutar del placer, tiene que haber energías que Se lo den o que Le procuren el estímulo del placer. Ésta es la perfecta comprensión filosófica de la Verdad Absoluta.