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CC Ādi-līlā 5.66

Texto

eka aṅgābhāse kare māyāte milana
māyā haite janme tabe brahmāṇḍera gaṇa

Palabra por palabra

eka—uno; aṅga-ābhāse—reflejo corporal; kare—hace; māyāte—en la energía material; milana—mezcla; māyā—la energía material; haite—de; janme—crece; tabe—entonces; brahma-aṇḍera gaṇa—los grupos de universos.

Traducción

Los rayos reflejados de Su cuerpo se mezclan con māyā, y así esta da a luz miríadas de universos.

Significado

La conclusión védica es que la manifestación cósmica visible a los ojos del alma condicionada es causada por la Verdad Absoluta, la Personalidad de Dios, mediante Sus energías específicas, aunque, en la conclusión de deliberaciones ateas, esta exhibición cósmica manifiesta se atribuye a la naturaleza material. La energía de la Verdad Absoluta se exhibe de tres maneras: espiritual, material y marginal. La Verdad Absoluta es idéntica a Su energía espiritual. La energía material puede actuar solamente cuando entra en contacto con la energía espiritual, y así las manifestaciones materiales temporales aparecen activas. En el estado condicionado, las entidades vivientes de la energía marginal son una mezcla de energía espiritual y material. La energía marginal está originalmente bajo el control de la energía espiritual, pero, bajo el control de la energía material, las entidades vivientes han estado errando en el olvido dentro del mundo material desde tiempo inmemorial.

El estado condicionado está causado por la mala utilización de la independencia individual en el nivel espiritual, porque esto separa a la entidad viviente del contacto con la energía espiritual. Pero cuando la entidad viviente es iluminada por la gracia del Señor Supremo o de Su devoto puro, y se siente inclinada a revivir su estado original de servicio de amor, se sitúa en el nivel más auspicioso de bienaventuranza y conocimiento eternos. La jīva marginal, la entidad viviente, utiliza mal su independencia y se vuelve contraria a la actitud eterna de servicio cuando piensa, de un modo independiente, que no es energía, sino la fuente de la energía. Esta manera errónea de concebir su propia existencia le lleva a la actitud de dominar la naturaleza material.

La naturaleza material parece ser exactamente lo opuesto a la energía espiritual. El hecho es que la energía material puede actuar sólo cuando está en contacto con la energía espiritual. Originariamente, la energía de Kṛṣṇa es espiritual, pero actúa de diversas maneras, como la energía eléctrica, que puede funcionar para refrigerar o para dar calor por medio de sus diferentes manifestaciones. La energía material es energía espiritual cubierta por una nube de ilusión, o māyā. Por tanto, la energía material no se basta por sí misma para actuar. Kṛṣṇa confiere Su energía espiritual a la energía material, y entonces ésta puede actuar, del mismo modo que el hierro puede actuar como el fuego después de que el fuego lo haya calentado. La energía material puede actuar sólo cuando la energía espiritual le da el poder.

Cuando está bajo la nube de la energía material, la entidad viviente, que es también una energía espiritual de la Suprema Personalidad de Dios, olvida lo relativo a las actividades de la energía espiritual, y cree que todo lo que ocurre en la manifestación material es maravilloso. Pero la persona que se ocupa en el servicio devocional con plena conciencia de Kṛṣṇa, y que por lo tanto ya está situada en la energía espiritual, puede comprender que la energía material no tiene poderes independientes; todo lo que ocurre se debe a la ayuda de la energía espiritual. La energía material, que es una forma desvirtuada de la energía espiritual, lo presenta todo de una manera desvirtuada, provocando conceptos erróneos y dualidad. Los científicos y filósofos materialistas, condicionados por el hechizo de la naturaleza material, suponen que la energía material actúa espontáneamente, y por tanto, están frustrados, como el que cree que puede obtener leche de los bultos de piel que hay en el cuello de una cabra. Así como no es posible sacar leche de estos bultos de piel, tampoco es posible que nadie logre comprender la causa original de la creación proponiendo teorías producidas por la energía material. Esta tentativa es una manifestación de ignorancia.

La energía material de la Suprema Personalidad de Dios se llama māyā, o ilusión, porque tiene dos capacidades (aportar los elementos materiales y causar la manifestación material) para hacer que el alma condicionada sea incapaz de comprender la verdad real de la creación. Sin embargo, cuando una entidad viviente está liberada de la vida condicionada de la materia, puede comprender las dos actividades diferentes de la naturaleza material, a saber, cubrir y confundir.

El origen de la creación es la Suprema Personalidad de Dios. Como lo confirma la Bhagavad-gītā (9.10), la manifestación cósmica actúa bajo la dirección del Señor Supremo, que confiere a la energía material tres cualidades materiales. Agitados por estas tres cualidades, los elementos aportados por la energía material producen cosas muy variadas, del mismo modo que un artista produce variedad de cuadros mezclando los tres colores, rojo, amarillo y azul. El amarillo representa la cualidad de la bondad, el rojo representa la pasión y el azul representa la ignorancia. Por tanto, la variada creación material no es más que una interacción de estas tres cualidades, representadas en ochenta y una variedades de mezclas (3 x 3 = 9, 9 x 9 = 81). Engañada por la energía material, el alma condicionada, encantada por estas ochenta y una variedades de manifestaciones, quiere dominar la energía material, del mismo modo que una polilla quiere disfrutar del fuego. Esta ilusión es el resultado neto del olvido del alma condicionada de su relación eterna con la Suprema Personalidad de Dios. Cuando está condicionada, el alma es impulsada por la energía material a ocuparse en la complacencia de los sentidos, mientras que aquel que está animado por la energía espiritual se ocupa en el servicio del Señor Supremo en su relación eterna.

Kṛṣṇa es la causa original del mundo espiritual, y Él es la causa cubierta de la manifestación material. Él es también la causa original de la potencia marginal, las entidades vivientes. Él es el líder de las entidades vivientes, y el que las sustenta; estas entidades se llaman potencia marginal, porque pueden actuar bajo la protección de la energía espiritual, o bajo la cubierta de la energía material. Con la ayuda de la energía espiritual, podemos comprender que la independencia es visible sólo en Kṛṣṇa, quien, por Su energía inconcebible, es capaz de actuar como mejor Le plazca.

La Suprema Personalidad de Dios es la Totalidad Absoluta, y las entidades vivientes son partes de la Totalidad Absoluta. Esta relación entre la Suprema Personalidad de Dios y las entidades vivientes es eterna. No hay que creer equivocadamente que la totalidad espiritual puede ser dividida en pequeñas partes por la pequeña energía material. La Bhagavad-gītā no apoya esta teoría māyāvāda. Por el contrario, afirma claramente que las entidades vivientes son eternamente pequeños fragmentos de la totalidad espiritual suprema. Así como una parte no puede ser nunca igual al todo, la entidad viviente, como un diminuto fragmento de la totalidad espiritual, no puede ser igual, en ningún momento, a la Totalidad Suprema, la absoluta Personalidad de Dios. Aunque el Señor Supremo y las entidades vivientes están relacionados cuantitativamente como el todo y las partes, las partes son, sin embargo, uno cualitativamente con el todo. Así pues, las entidades vivientes, aunque son siempre cualitativamente uno con el Señor Supremo, están en una posición relativa. La Suprema Personalidad de Dios es el controlador de todas las cosas, y las entidades vivientes están siempre controladas, bien por la energía espiritual, bien por la material. Por tanto, una entidad viviente nunca puede llegar a ser el controlador ni de la energía espiritual ni de la material. La posición natural del ser viviente es siempre la de subordinado a la Suprema Personalidad de Dios. Cuando se acepta actuar en esta posición, se alcanza la perfección de la vida, pero el que se rebela contra este principio está en un estado condicionado.