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CC Ādi-līlā 5.14

Texto

prakṛtira pāra ‘paravyoma’-nāme dhāma
kṛṣṇa-vigraha yaiche vibhūty-ādi-guṇavān

Palabra por palabra

prakṛtira—la naturaleza material; pāra—más allá; para-vyoma—el cielo espiritual; nāme—de nombre; dhāma—el lugar; kṛṣṇa-vigraha—la forma de Śrī Kṛṣṇa; yaiche—así como; vibhūti-ādi—como las seis opulencias; guṇa-vān—lleno de atributos trascendentales.

Traducción

Más allá de la naturaleza material, se encuentra el reino conocido como paravyoma, el cielo espiritual. Al igual que Śrī Kṛṣṇa, posee todos los atributos trascendentales, tales como las seis opulencias.

Significado

Según la filosofía sāṅkhya, el cosmos material se compone de veinticuatro elementos: los cinco elementos materiales físicos, los tres elementos materiales sutiles, los cinco sentidos de adquisición de conocimiento, los cinco sentidos activos, los cinco objetos de placer de los sentidos, y el mahat-tattva (la totalidad de la energía material). Los filósofos empíricos, incapaces de ir más allá de estos elementos, especulan sobre la idea de que todo lo que está más allá de ellos debe ser avyakta, inexplicable. Pero el mundo que está más allá de los veinticuatro elementos no es inexplicable, porque se explica en la Bhagavad-gītā como la naturaleza eterna (sanātana). Más allá de la existencia manifestada y no manifestada de la naturaleza material (vyaktāvyakta) está la naturaleza sanātana, denominada paravyoma o cielo espiritual. Puesto que esta naturaleza es de cualidad espiritual, no hay allí diferencias cualitativas; todo allí es espiritual, todo es bueno, y todo posee la forma espiritual de Śrī Kṛṣṇa. Ese cielo espiritual es la potencia interna de Śrī Kṛṣṇa manifiesta; es distinto del cielo material, el cual es manifestado por Su potencia externa.

El Brahman que todo lo penetra, compuesto por los brillantes rayos impersonales de Śrī Kṛṣṇa, existe en el mundo espiritual con los planetas Vaikuṇṭhas. Podemos darnos una idea de ese cielo espiritual comparándolo con el cielo material, porque los rayos del Sol de este cielo material se pueden comparar con el brahmajyoti, los brillantes rayos de la Personalidad de Dios. En el brahmajyoti hay un número ilimitado de planetas Vaikuṇṭhas, que son espirituales, y por tanto, luminosos, con un brillo muchas veces mayor que el de la luz del Sol. La Personalidad de Dios, Śrī Kṛṣṇa, Sus innumerables porciones plenarias y las porciones de Sus porciones plenarias dominan cada planeta Vaikuṇṭha. En la región más elevada del cielo espiritual está el planeta llamado Kṛṣṇaloka, que tiene tres divisiones: Dvārakā, Mathurā y Goloka, o Gokula.

Para un materialista ordinario, ese reino de Dios, Vaikuṇṭha, es ciertamente un misterio. Pero para un hombre ignorante todo es un misterio, por falta de conocimiento suficiente. El reino de Dios no es un mito. Hasta los planetas materiales, que flotan sobre nuestras cabezas por millones y billones, son un misterio para el ignorante. Los científicos materialistas intentan penetrar este misterio, y llegará el día en que la gente de la Tierra podrá viajar por el espacio exterior y ver la variedad de esos millones de planetas con sus propios ojos. En todos los planetas hay tanta variedad material como encontramos en el nuestro.

Este planeta Tierra no es más que un punto insignificante en la estructura cósmica. Sin embargo, los hombres insensatos, engreídos por un falso sentido de progreso científico, han concentrado su energía en la persecución de un supuesto desarrollo económico de este planeta, sin conocer la diversidad de recursos económicos disponibles en otros planetas. Según la astronomía moderna, la gravedad de la Luna es diferente a la de la Tierra. Por tanto, alguien que va a la Luna, podrá transportar grandes pesos y saltar grandes distancias. En el Rāmāyana, se describe a Hanumān como capaz de levantar enormes objetos, tan pesados como montañas, y saltar sobre el océano. La astronomía moderna ha confirmado que esto es realmente posible.

La enfermedad del hombre moderno y civilizado es su falta de creencia en todo lo que contienen las Escrituras reveladas. Los descreídos sin fe no pueden hacer progresos en la comprensión espiritual, porque no pueden entender la potencia espiritual. El pequeño fruto de un árbol de los banianos contiene cientos de simientes, y en cada simiente hay potencia para producir otro árbol de los banianos con potencia para producir millones de estos frutos. Esta ley de la naturaleza está visible ante nosotros, aunque su mecanismo está fuera de nuestra comprensión. Esto no es más que un ejemplo insignificante de la potencia de Dios; hay muchos fenómenos parecidos que no puede explicar ningún científico.

De hecho, todo es inconcebible, porque la verdad se revela sólo a la gente apropiada. Aunque hay gran variedad de personalidades, desde Brahmā hasta la insignificante hormiga, todos los cuales son seres vivientes, su conocimiento se ha desarrollado de manera diferente. Por lo tanto, debemos conseguir el conocimiento de la fuente apropiada. De hecho, en realidad sólo podemos adquirir el conocimiento en las fuentes védicas. Los cuatro Vedas, con sus Purāṇas suplementarios, el Mahābhārata, el Rāmāyaṇa y sus corolarios, que se conocen como smṛtis, son fuentes autorizadas de conocimiento. Si, de alguna manera, hemos de adquirir conocimiento, debemos acudir a esas fuentes, sin la menor duda.

El conocimiento revelado puede parecer increíble al principio, a causa de nuestro deseo paradójico de comprobarlo todo con nuestro diminuto cerebro, pero los medios especulativos de adquirir conocimiento son siempre imperfectos. El conocimiento perfecto que proponen las Escrituras reveladas está confirmado por los grandes ācāryas, que han dejado suficientes comentarios sobre ellas; ninguno de estos ācāryas ha dejado de creer en los śāstras. El que no cree en los śāstras es un ateo, y no debemos consultar a un ateo, aunque sea una gran personalidad. El que cree firmemente en los śāstras, con todas sus diversidades, es la persona apropiada de la que podemos adquirir conocimiento. Este conocimiento puede parecer inconcebible al principio, pero cuando lo presenta la autoridad apropiada, se revela su significado, y entonces ya no se tienen más dudas sobre ello.